UBA 200: Un recorrido por su historia

Este 12 de agosto, la Universidad de Buenos Aires cumple 200 años. A lo largo de estos dos siglos, la UBA se erigió en una institución fundamental del sistema de educación pública y gratuita del país. En el marco de los festejos del Bicentenario, esta nota traza un recorrido por su rica historia y sus momentos más emblemáticos.

Orígenes

Creada por un decreto del gobierno de la provincia de Buenos Aires el 9 de agosto de 1821, la Universidad de Buenos Aires quedó formalmente inaugurada con un acto que tuvo lugar en la Iglesia de San Ignacio tres días después, el 12 de agosto. Su fundación fue impulsada por la influencia modernizadora del gobernador provincial, Martín Rodríguez.La nueva Universidad incorporó algunas de las instituciones de enseñanza superior que funcionaban en la ciudad desde hacía algunos años. El gobierno designó como primer Rector al Presbítero Antonio Saénz. La Universidad adquirió una organización a través de departamentos, en lugar de la clásica división en facultades propia de las universidades desde los tiempos medievales. Primeras Letras, Estudios Preparatorios, Ciencias Exactas, Medicina, Jurisprudencia y Ciencias Sagradas fueron las estructuras de estudio iniciales.

Representación de la fundación de la UBA en la Iglesia San Ignacio

A partir de 1852, con el ingreso del país en la etapa de la organización constitucional y el inicio de la consolidación del Estado nacional, la UBA pasó a ser un lugar estratégico en la adquisición de habilidades y conocimientos de educación superior entre aquellos que se sentían atraídos por la vida política y la administración pública. Muchos de sus estudiantes desempeñarían un rol central en la vida pública de Argentina durante la segunda mitad del siglo XIX.

La década de 1860 abrió un proceso de liberalización de la Universidad y de una consecuente pérdida de influencia del saber eclesiástico. Es en esta etapa que comenzaron a desarrollarse los estudios científicos en sentido moderno. 

La década de 1880 trajo cambios sustanciales en el ámbito universitario. Tras la federalización de la Ciudad de Buenos Aires, en 1881 la UBA dejó de ser provincial y pasó a depender del estado nacional. A partir de esos años comenzaron también a instrumentarse desde el Estado nacional una serie de leyes y medidas específicas que tenían como propósito principal asegurar la constitución de un sistema educativo de carácter laico. Con la Ley Avellaneda como telón de fondo, la Universidad sancionó nuevos estatutos  y pasó a organizarse en torno a facultades con alto grado de independencia. Estas transformaciones  dieron pie al camino de democratización de su vida interna.

Los años de la Reforma y los cambios durante el peronismo

En 1906 comenzó el proceso de democratización de la UBA. A partir de una serie de protestas estudiantiles en las facultades de Derecho y Medicina, se reformó el estatuto y se eliminaron los consejos vitalicios. En 1908 se creó la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) y diez años después tuvo lugar la Reforma universitaria. Iniciada en la Universidad de Córdoba y extendida después por todo el país y la región, este hito permitió hacer grandes avances en materia de democratización, libertad de cátedra y pensamiento e impulso de la ciencia.

Protestas durante la Reforma universitaria de 1918

Años más tarde, durante el gobierno de Juan Domingo Perón, se introdujeron nuevos cambios que acentuaron la participación popular en la universidad. En 1949, por decreto ley, se estableció la gratuidad de la enseñanza universitaria, que hasta entonces era arancelada. Se produjo una ampliación constante y significativa del número de estudiantes universitarios, iniciándose así el proceso de masificación de la matrícula. Al finalizar 1955, la UBA contaba ya con casi 72.000 estudiantes.

La Universidad bajo la dictadura y el regreso de la democracia

Desde el golpe de Estado de 1955 y hasta 1966, se inició en la UBA un intenso proceso de renovación que se profundizó con la sanción de nuevos estatutos en 1958. Estos aseguraron la autonomía y el cogobierno de estudiantes, profesores y graduados. En 1958, además, se creó la editorial de la universidad, Eudeba.

El proceso de transformación y modernización de la UBA se expresó de diferentes formas: la  orientación profesionalista quedó relegada y cobraron impulso las actividades de  investigación, con la masificación de los concursos docentes, la extensión del sistema de dedicación exclusiva, la emergencia de nuevos institutos científicos y la creación del Conicet. Los años sesenta estuvieron caracterizados por un clima de creciente conflictividad política. En este tiempo, por su parte, el número de estudiantes siguió incrementándose y, además, cambió su composición, con un aumento significativo del número de estudiantes mujeres: pasaron del 24 al 35% de los egresados de la UBA.

Tras el golpe militar de junio de 1966, el general Juan Carlos Onganía intervino las universidades disponiendo que los rectores pasen a ser “administradores”. En respuesta, estudiantes y profesores ocuparon cinco facultades de la UBA y el gobierno militar ordenó el desalojo por la fuerza policial, avasallando la autonomía universitaria. Los episodios que se suscitaron a partir de esta decisión dieron lugar a uno de los momentos más dolorosos de la historia universitaria argentina: La noche de los Bastones Largos, que incluyó la renuncia de cerca de mil trescientos docentes de la universidad.

Un día después de producido el golpe militar del 24 de marzo de 1976 las universidades fueron intervenidas. Las instituciones universitarias fueron uno de los focos centrales de la represión implementada por el régimen militar. Su política se expresó en cesantías masivas de docentes y no docentes, expulsiones de estudiantes y en el secuestro y desaparición de personalidades relevantes de la comunidad académica, particularmente vinculados con la militancia gremial tanto docente como estudiantil. 

Una nueva etapa en la historia de las universidades se inició con la recuperación de la democracia en diciembre de 1983. El gobierno encabezado por Raúl Alfonsín impulsó la reincorporación de los docentes cesanteados u obligados a renunciar por cuestiones políticas e ideológicas y comenzó la implementación de concursos. Otras de las medidas se orientaron a eliminar las restricciones al ingreso a la Universidad. Con ese propósito se suprimieron los aranceles y, en la mayor parte de las casas de estudios, se suprimió el examen de ingreso. En la Universidad de Buenos Aires, el ingreso directo se implementó a partir de 1985 con la creación del Ciclo Básico Común. La matrícula universitaria tuvo un crecimiento acelerado en todo el país a partir de entonces, y ese proceso fue especialmente intenso en la UBA. Mientras el número de nuevos inscriptos en 1982 había superado apenas los 13 mil estudiantes, en 1987 alcanzó los 47 mil.

Facultad de Filosofía y Letras, año 1986. Archivo General de la Nación.

Años recientes

En los últimos años, la UBA logró avances importantes en diversas áreas. Amplió la oferta educativa de las Escuelas de Enseñanza Media con la creación de la escuela Agropecuaria, la escuela Técnica de Villa Lugano y el colegio pre-universitario Ramón Cereijo de Escobar. Además, encaró un proceso intenso de internacionalización, que derivó en la multiplicación de los convenios de cooperación internacional y en una mejora significativa en los rankings  internacionales. Según el ranking QS, la UBA es la mejor universidad de Iberoamérica por séptimo año  consecutivo. De 2014 a 2021, escaló 140 posiciones, ubicándose en el puesto 69. Es la única universidad pública, gratuita  y masiva en figurar en estos puestos de excelencia.

UBA, 200 años formando futuro.

Escuela Técnica de la UBA en Villa Lugano.

Albert Einstein en la UBA

Einstein en el auditorio del Colegio Nacional Buenos Aires

Los años 20 del siglo pasado fueron un período de intercambio científico y académico en el mundo. Argentina fue uno de los destinos elegidos por muchos científicos, a la vez que expertos y estudiantes argentinos continuaban su formación en el exterior. La UBA fue parte de ese movimiento científico internacional, concediendo becas para el perfeccionamiento en el exterior, e invitando a expertos, en pos de la transformación en la que se encontraba, que apuntaba en una dirección más científica, y no enfocada sólo en la formación de profesionales.

En ese marco fue que se gestó la visita de Albert Einstein, un científico ya famoso para la época, que estaba revolucionando no sólo la física, sino la ciencia en general. Fue el ingeniero Jorge Duclout quien inició el contacto con el científico alemán, aprovechando que el físico estaba de gira mundial desde 1920 para dar a conocer su Teoría de la Relatividad, y de paso, para brindar una buena imagen de la ciencia alemana.

Duclout mismo era inmigrante académico, físico e ingeniero de origen francés que se había radicado en el país a fines del siglo XIX. Fue profesor de ingeniería en la UBA, y una figura local e internacional reconocida, para la época de la visita de Einstein. Ellos se conocían de sus épocas de estudiantes en el Politécnico de Zurich, Suiza.

Duclout fue uno de los principales divulgadores de la Teoría de la Relatividad en Argentina, y por ello hizo se contactó con el afamado científico alemán, para que viniese a dar un ciclo de conferencias sobre el tema, en la Universidad de Buenos Aires.

Revolución científica

La teoría de la relatividad de Einstein desbancó siglos de la física formulada por Isaac Newton, al menos en cierta medida. Einstein comprobó que Newton se había equivocado al considerar que el tiempo y el espacio eran constantes. Él demostró que cuanto más rápido nos moviésemos, más lento pasaría el tiempo. Todo era relativo.

Su teoría incluye la ecuación más famosa de la historia: E=mc2, que implica que la masa de un objeto aumenta al desplazarse a gran velocidad. Esto a su vez lleva a la idea de que la materia y la energía son intercambiables, dos estados de la misma cosa. Esta genial deducción le permitió a Einstein revolucionar la ciencia, dándole explicación a fenómenos inexplicables hasta el momento.

Como si fuese poca la fama por generar tanto revuelo científico, con el eclipse de sol de 1919 se pudo comprobar su teoría de forma práctica. El eclipse permitió a los físicos observar cómo se comportaba la luz, y poder ver si Einstein tenía razón, y la tuvo. Esto lo convirtió en una celebridad mundial a la que todos querían conocer y escuchar. Razón por la cual al año siguiente inició una gira mundial dando charlas.

La UBA de los años 20

La UBA en los años 20 estaba todavía adaptándose a los cambios revolucionarios de la Reforma Universitaria de 1918, y uno de esos cambios era el de incluir la extensión universitaria, es decir, sacar el conocimiento de las universidades a las calles.

El rector de esos tiempos, José Arce (1922-1926) propició el intercambio internacional, y fue también quien impulsó la inclusión en el presupuesto nacional de una partida para becas en el exterior. Bernardo Houssay fue otro de los promotores de las becas en el exterior, ya desde 1923 insistía con la importancia de que los estudiantes de la UBA tuviesen alguna formación en el exterior, para potenciar el intercambio de conocimiento internacional.

Como parte de ese intercambio, muchos expertos alemanes, franceses y españoles visitaron el país para dar cursos y charlas, en esos años. En ese marco fue que se gestó la visita de Albert Einstein a la Argentina. La financiación de su viaje fue con ese presupuesto de la UBA, si bien otras instituciones aportaron, como la Institución Cultural Argentino-Germánica y la comunidad judía argentina.

Einstein en la UBA

El científico alemán llegó un 24 de marzo de 1925 al puerto de Buenos Aires, recibido no sólo por autoridades de la UBA, sino por una gran cantidad de público y periodistas. Todos querían saludar al célebre científico, sacarle una foto, y tener algunas palabras para sus medios de comunicación. “Nueva York atenuada por el sur”, opinó Einstein sobre la Buenos Aires que lo recibía.

En la UBA Einstein dio varias charlas, ocho en el auditorio del actual edificio del Colegio Nacional Buenos Aires, y otra en la Facultad de Filosofía y Letras. De esto el físico recordó “los jóvenes siempre agradables y se interesan por las cosas”. También visitó varios centros de investigación de la UBA, así como el Museo Etnográfico. Parte de su estadía también la aprovechó para visitar otras universidades, en ciudades como La Plata y Córdoba.

Estuvo un mes en el país, tiempo que aprovechó no sólo para dar 12 conferencias, en total, sobre su teoría de la relatividad, sino también para conocer la Argentina, a sus científicos y universidades. Ese mes de visitas le permitió opinar que “Los programas de los estudios secundarios y superiores que he examinado, me demuestran que este país no necesita aprender mucho de los centros culturales de Europa. En medicina, creo no equivocarme, ha llegado a su punto más alto. Pero en lo que concierne a las matemáticas en general, debo aclarar que el gobierno argentino debería intensificar más aún los estudios de la técnica, pues no es justo que un país tan progresista como la Argentina tenga que acudir al extranjero para contratar tal o cual profesor”.

En la actualidad, la UBA es una de las universidades mejor ubicadas a nivel internacional en el área que Einstein recomendaba “intensificar” los estudios. Algunos historiadores opinaron que la visita de Einstein no generó un impacto importante en la ciencia local, pero lo cierto fue que, si bien no fue inmediato, el efecto se debe haber sentido, ya que la física y matemáticas argentinas fueron despegando al grado de que hoy son de las más importantes a nivel mundial.

UBA: 200 años formando futuro

La Universidad de Buenos Aires dio inicio al año de su Bicentenario el pasado 12 de marzo con un acto en la Manzana de las Luces, lugar donde se fundó la Universidad el 12 de agosto de 1821. Contó con la presencia del Rector de la UBA, Alberto Barbieri, autoridades nacionales, provinciales, de la Ciudad de Buenos Aires y decanos y autoridades de la Universidad.En dicho acto, Barbieri presentó el lema que acompañará a la Universidad durante todo el año de su Bicentenario, UBA: 200 años formando futuro. Esta consigna resume lo que representa la Universidad para las y los argentinos: una institución que es un patrimonio público al servicio de una educación pública, gratuita, masiva y de calidad.

La agenda oficial del Bicentenario incluye una serie de hitos de innovación digital y diversas actividades culturales y de divulgación científica, participativas y abiertas a toda la comunidad.

Agenda del Bicentenario: hitos y actividades

Enmarcando los festejos por los 200 años, se creó una nueva identidad visual para la Universidad que permite canalizar toda la potencia comunicacional de la celebración del Bicentenario a través de un sistema visual común renovado que conjuga a todas las unidades académicas que componen la UBA. Este sistema posiciona a la Universidad como un todo indivisible y gira en torno a los principales atributos asociados a la UBA: educación pública, orgullo, futuro e innovación.

Durante el año de su Bicentenario, la UBA también profundizará su proceso de renovación tecnológica con el lanzamiento del nuevo portal web, una aplicación para móviles y la presentación de Clementina, el bot que será la asistente virtual de la Universidad. 

La transformación de los recursos recursos digitales de la Universidad comprende, también, la unificación de la identidad digital de todos y todas las personas que forman parte de la Universidad; la instalación de aulas inteligentes en todas las Facultades y el acceso a red de Wifi en todos sus edificios.

Este proceso continuo le permitirá a la UBA afrontar los desafíos que impone el contexto actual a todas las instituciones educativas de Argentina y del mundo.

Fiel a su historia, la Universidad continuará su apuesta permanente por la ciencia, la investigación y la salud pública. En este marco, también se expandirá el apoyo económico a la investigación y la formación de futuro: con motivo del Bicentenario se lanzaron 200 incentivos de investigación para estudiantes de todas las facultades que componen la Universidad. Estos incentivos se suman a las becas con las que ya cuenta actualmente la UBA.

Además, durante todo el 2021 la Universidad buscará fortalecer sus profundos vínculos con la comunidad con una amplia oferta de propuestas culturales abiertas y gratuitas,  que incluirán muestras fotográficas, stands temáticos, conferencias magistrales, intervenciones urbanas y otras actividades.

La UBA cumple 200 años. 200 años aprendiendo. 200 años enseñando. 200 años generando conocimiento. Son 200 años de muchas cosas, pero sobre todo de una: son 200 años formando futuro.

Entrevista a Alberto Barbieri, rector UBA

En el marco del inicio de la celebración del año del Bicentenario, el rector de la UBA cuenta los detalles sobre las actividades planificadas por los 200 años y reflexiona sobre los desafíos de la Universidad.

¿Cuáles son los desafíos de la UBA en su Bicentenario?

La UBA tiene que partir de su pasado virtuoso, de la potencia que tiene su presente y así proyectarse hacia el futuro, de cara a las nuevas realidades y desafíos que nos da el siglo XXI.

La incorporación de la tecnología de información y comunicación al proceso de enseñanza y aprendizaje que veníamos haciendo y que la pandemia puso de relieve de manera más manifiesta; la internacionalización de la educación, que es un rasgo característico de los últimos años en la Universidad, y que nos permite estar conectados a nuestros estudiantes, docentes e investigadores con los principales centros de investigación de todo el mundo; la capacidad de ir actualizando nuestros contenidos curriculares de todas las materias, acorde a cómo se transforma el conocimiento en esta nueva era; temas como el medio ambiente, la igualdad de género, la ciencia de datos, la inteligencia artificial, el desarrollo e interacción entre el mundo científico y el productivo, son algunos de los pilares que tenemos que seguir apuntalando en este año del Bicentenario.

¿Cómo será la organización de los eventos en torno al Bicentenario?

La pandemia nos impacta en todas las cuestiones de nuestra vida cotidiana. No nos imaginábamos llegar a los 200 años atravesando una situación tan compleja y dramática. Por eso tuvimos  que repensar cómo va a ser esta conmemoración, cómo vamos a poder interactuar desde la universidad hacia adentro y hacia afuera, porque la UBA básicamente se sostiene por la sociedad,  que con su esfuerzo le da la posibilidad a quienes transitamos por sus aulas de desarrollarnos. Entonces, tenemos que devolverle a esa sociedad lo mejor desde el punto de vista científico y profesional.

El 12 de marzo pasado iniciamos una serie de conmemoraciones del Bicentenario en la Manzana de las Luces, que fue donde se fundó la UBA. Tuvimos el honor de contar con la presencia del Presidente de la Nación, del gobernador de la Provincia de Buenos Aires y del jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Estas tres figuras, egresadas de la UBA, muestran que en nuestra Universidad se forman políticos con ideologías diferentes, con pensamientos diferentes, y expresa muy bien el ideario de esta Universidad, que fue creada con el objetivo de formar a las futuras clases dirigentes.

Luego de este evento, seguiremos celebrando hasta llegar al 12 de agosto, día que se conmemora la creación formal de la Universidad. Esperemos que la pandemia nos permita realizar actividades con algún tipo de presencialidad los festejos presenciales que tenemos previsto y que incluyen recitales en vivo y actividades culturales. Además, vamos a entregar un reconocimiento a 200 personalidades de la universidad, y haremos una muestra itinerante de estas personalidades. También tendremos una serie de lanzamientos digitales que mostrarán la modernización de la gestión académica administrativa de la Universidad.

En síntesis, las acciones celebratorias que tenemos pensadas son una combinación de historia, presente y futuro de nuestra Universidad, y la idea es poder compartirlas con todo el pueblo argentino.

La UBA se creó en 1821, ¿Qué transformaciones ha experimentado en estos 200 años? ¿Cuáles han sido los principales aportes de la UBA en este periodo?

La UBA es la representación más acabada de una institución marcada por la inclusión, la movilidad social ascendente, la gratuidad como símbolo y motor de esa movilidad, la masividad, la calidad en la enseñanza, la posibilidad de generación de conocimiento y la internacionalización que nos pone en contacto con los principales centros de educación y científicos de todo el mundo.

Estas características y valores hacen de la UBA una organización única, diversa, con aportes múltiples y ello se refleja en nuestros premios Nobel, en nuestros investigadores e investigadoras de reconocida trayectoria internacional, en la alta valoración que tienen las universidades del exterior y en el mundo académico internacional sobre los graduados y graduadas de la UBA.

Ha sido un proceso que se fue gestando a través de estos 200 años. Es un patrimonio que lo hemos construido el esfuerzo de todos y todas, y que claramente demuestra que la UBA es una de las instituciones de nuestro país que más trasciende a nivel internacional.

¿Qué le diría a alguien que quiere iniciar sus estudios universitarios en la UBA? ¿Por qué debería elegir la UBA?

A cualquier joven que quiere comenzar sus estudios universitarios le diría primero que haga lo que crea que le gusta y para hacerlo lo tiene que hacer de la mejor manera posible. Está claro que la Universidad de Buenos Aires le va a dar un diferencial que muy pocas instituciones educativas en el mundo y en el país le pueden dar. Si bien hay una cantidad de excelentes universidades públicas en nuestro país, la UBA se destaca por la calidad de sus docentes, la calidad de sus investigadores, la posibilidad de darle a los y las jóvenes que ingresan no solo los mejores conocimientos científicos, técnicos, profesionales, sino también una formación ciudadana con espíritu crítico. Hay una vida muy rica al interior de la Universidad, con debate permanente de ideas en los pasillos, en las aulas; debate de ideas no solo científicas o ligadas estrictamente con la enseñanza, sino también debate de ideas políticas y sociales. La UBA otorga un acervo cultural único y diferencial con respecto a otras universidades.

A pocos meses de que concluya su segundo mandato como Rector de la UBA, ¿qué balance hace de su gestión?

Es muy difícil hacer un balance de la gestión en una organización tan compleja y diversa como la Universidad. Hicimos muchas cosas, hay muchas otras que todavía seguimos haciendo, y otras que, por supuesto, todavía nos quedan por concretar.

Lo más importante es que pudimos tener una gestión muy participativa, tanto para quienes acompañaron mi designación como Rector como para quienes no lo hicieron. Trabajamos de forma mancomunada; actualizamos más del 70 por ciento de los planes de estudio de todas las carreras; aplicamos progresivamente la virtualización en el proceso de enseñanza y aprendizaje, a través del sistema del Centro de Investigación en Tecnología y Pedagogía.  Esto nos sirvió como motor para poder brindar clases virtuales con distintos grados de desarrollo en las 103 carreras de la Universidad, y poder alcanzar con esta herramienta a más de 300.000 estudiantes.

También pudimos avanzar en otros proyectos estratégicos: apuntalar la internacionalización de nuestra Universidad y conectarnos con más de mil casas de estudio de todo el mundo, donde estudiantes, docentes, investigadores, investigadoras, que año a año hacen intercambios respaldados por proyectos y becas que la UBA puso en vigencia. 

Para que esto fuera un hecho concreto, reforzamos como nunca, con mayor presupuesto, las áreas de investigación, para que dentro de la universidad podamos seguir manteniendo una política de apoyo a los centros e institutos de Investigación. 

Además, ampliamos y consolidamos la conexión con el mundo productivo a través de nuestra unidad de vinculación científico-tecnológica. Creamos la Escuela Técnica de Lugano, un logro sin precedentes en la Universidad de Buenos Aires. Nuestras escuelas secundarias son, como lo llamamos en el Estatuto, experimentales. Nuestro objetivo fundamental es la educación superior, y en estas escuelas experimentales se pueden ir viendo modelos alternativos de gestión académica que ayuden a mejorar nuestro sistema de enseñanza media preuniversitaria.

La Escuela Técnica de Lugano es la primera de su tipo de la UBA. En ella, los y las estudiantes se reciben de técnicos en mecánica, en robótica, etc. Además tiene un diferencial: se implementó en una de las zonas más vulnerables de nuestra ciudad, en Villa Lugano, en contacto estrecho con la Villa 11-14 y muchos de sus estudiantes provienen de esos barrios.

Hoy tenemos el orgullo y la alegría de que la primera camada de esos estudiantes se está egresando para entrar al mundo universitario, logrando esa movilidad social ascendente, de personas que se veían rezagadas y hoy pueden cambiar su destino. Eso lo pudo hacer la UBA con un sistema inclusivo y de calidad. Los estudiantes de esta escuela han ganado diversos premios internacionales, motivo por el cual estamos recontra orgullosos. 

También creamos una Escuela Preuniversitaria en Escobar, la primera en la Provincia de Buenos Aires, siguiendo el camino de la Escuela Técnica de Lugano. Estos son algunos de los principales logros que quiero destacar de mi gestión.

¿Qué es la educación pública para Argentina?

La educación pública en nuestro país es el pilar fundamental del desarrollo, el camino para lograr la igualdad de oportunidades y para la generación de una sociedad más inclusiva y más igualitaria. El derecho a la educación, para quienes la concebimos como un derecho humano, es un bien público y social y un deber indelegable del Estado.  Es la principal inversión que debe realizar el Estado en todos sus niveles, porque un pueblo educado es un pueblo con futuro, fundamentalmente en esta sociedad del conocimiento. 

Sin educación, sin generación del conocimiento, nuestro país no tendría destino. En la Argentina tenemos una educación pública vigorosa, una educación pública con una comunidad comprometida para que se siga desarrollando. Y a pesar de la volatilidad de nuestros problemas políticos, sociales o económicos, la educación pública sigue siendo uno de los activos, sino el activo más importante, que tiene nuestra sociedad.

¿Cómo describiría, en pocas palabras, a la UBA?

Ingresé a la UBA recién cumplidos los 18 años y desde entonces pasé toda mi vida en esta Universidad. Primero como estudiante, después como auxiliar docente, hice toda mi carrera académica hasta llegar a ser profesor titular por concurso. Me dediqué a especializarme en el área de Administración, tanto académicamente, con una maestría y un doctorado, como en lo profesional. Paralelamente realicé investigaciones. 

Llegué a tener los puestos de gestión más importantes en la Universidad como decano de mi Facultad y rector de la Universidad. ¿Qué quiero decir con esto? Que lo que siento es un enorme agradecimiento por esta institución, porque me cambió la vida. Porque de una persona proveniente de una familia humilde, de un padre trabajador del ferrocarril, y una madre ama de casa, fui la primera generación de profesionales en la familia. La UBA cambió mi vida, la vida de mis hijos y la de todos los que me rodean. Por eso, siento un enorme orgullo por pertenecer a esta institución única, de calidad, inclusiva, que le cambia la vida a miles y miles de chicos y chicas de nuestro país.

¿Qué implica ser rector de la UBA?

Es un orgullo único y una responsabilidad enorme. Además, siento una gran alegría de que mis pares y los claustros me hayan elegido democráticamente en dos oportunidades para conducir los destinos de la Universidad más grande de nuestro país. Para una persona que proviene de la educación pública y que quiere la educación pública, llegar a tener este puesto es un orgullo único. Lo voy a tener presente como una alegría a lo largo de toda mi vida.

Conocé la nueva identidad visual UBA

Se lanza una nueva forma de representar los valores e ideas que caracterizan a la Universidad. El flamante logotipo conmemorativo por los 200 años está inspirado en el diseño ganador de un concurso realizado por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (FADU).

En el marco de la conmemoración del Bicentenario, la Universidad de Buenos Aires presenta su nueva identidad visual, compuesta por 140 grafemas a partir de los cuales se pueden crear pictogramas (imágenes). Se trata de signos gráficos que, combinados, comunican, transmiten ideas y producen significados nuevos y diversos.

Su implementación fue ideada para un espacio temporal particular: de marzo a diciembre de 2021, ya que es una identidad visual con fines celebratorios por los 200 años de la Universidad.

Esta nueva imagen concibe a la UBA como un todo indivisible. La identidad de cada una de las sedes se consolida de manera integral, para destacar no solo a las Facultades, Colegios, Hospitales y Museos, sino también sus valores, identidades, historias y desafíos a futuro.

El nuevo sistema visual permite conjugar conceptos e imágenes, palabras e ilustraciones,  para transmitir de un modo novedoso lo que la UBA representa para su comunidad.

EL NUEVO LOGO

Un elemento distintivo del nuevo sistema visual es el logo conmemorativo por los 200 años de la Universidad. Fue inspirado en el logotipo ganador de la convocatoria lanzada en el año 2019 por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA (FADU). El concurso estuvo destinado a graduados/as de la carrera de Diseño Gráfico, con el objetivo de hacer del Bicentenario un proceso participativo y abierto.

El signo, que ilustra un destello de luz como metáfora del conocimiento y el progreso, fue inspirado por los orígenes y fundación de la Universidad de Buenos Aires en  el solar de  la Manzana de las Luces, donde tenían lugar actividades de carácter intelectual.

En total, el signo está compuesto por 200 figuras en alegoría al Bicentenario de la UBA y será utilizado durante todo 2021 en las comunicaciones institucionales emitidas por la Universidad, en convivencia con la identidad institucional preexistente.

LAS NUEVAS TIPOGRAFÍAS

Las tipografías utilizadas en la propuesta gráfica del Bicentenario fueron creadas por diseñadoras de nuestra Universidad en el marco del posgrado de Tipografía de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU).

Ley de educación ambiental

El pasado 14 de mayo, la Cámara de Senadores de la Nación aprobó por unanimidad la Ley de Educación Ambiental Integral para la República Argentina, que tiene por objeto establecer el derecho a la educación ambiental integral como una política pública nacional. La ley, incluye una Estrategia Nacional para la Sustentabilidad en las Universidades Argentinas, que fue elaborada con la participación de la Universidad de Buenos Aires.

La nueva ley, en cuyo contenido participó activamente la UBA, destaca el rol fundamental de las universidades en la promoción de cambios culturales, sociales, y ambientales de toda la comunidad, especialmente para las generaciones de estudiantes que egresan cada año, que podrán ser actores de cambios a favor del ambiente y la mejora de la calidad de vida de las comunidades con las que se relacionen.

En el Día Mundial del Ambiente, conversamos con Alejandra Reich, coordinadora general de UBA Verde, programa de la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil de la UBA, y coordinadora de la Red UAGAIS (Universidades Argentinas para la Gestión Ambiental y le Inclusión Social).

“Tenemos la responsabilidad de ser un elemento importante en la formación de profesionales y futuros tomadores de decisiones, íntegros y conscientes del papel que puedan desempeñar en la transformación de sus realidades” remarca Reich, a propósito de la Ley y el papel de las instituciones educativas en la generación de conciencia ciudadana para la restauración del medio ambiente.

La participación de la Universidad de Buenos Aires en el contenido de la Ley, se remonta al año 2017, cuando desde la UBA se propuso la creación de la Red de Universidades Argentinas para la Gestión Ambiental y la Inclusión Social (UAGAIS) y cuyo trabajo se ve hoy plasmado en la Estrategia Nacional de Sustentabilidad en las Universidades Argentinas del capítulo 2 de la Ley.

“Fue un trabajo conjunto, entre las más de 35 Universidades Argentinas que conforman la Red  a partir de la cual se fomentó la iniciativa de construir una Estrategia Nacional para la Sustentabilidad en las Universidades Argentinas que constituyó parte de las acciones emergentes del compromiso asumido por los diferentes actores políticos y sociales, con el objetivo común de desarrollar una política pública en materia de educación y gestión ambiental que implemente programas de sustentabilidad y proyectos de formación docente, elabore recursos didácticos y aportes para que los diseños curriculares y la gestión universitaria incorporen la dimensión ambiental en su integralidad y complejidad”, detalla Reich.

“En ese entonces –continúa Alejandra Reich- se llegó a la conclusión de que una de las prioridades nacionales en materia de educación ambiental era incorporar la sustentabilidad en la formación profesional de nivel terciario y universitario, en el convencimiento de que ya no era una posibilidad, sino una necesidad pensar y trabajar en el marco de universidades que incluyan la sustentabilidad como pilar de formación”.

Puntualmente, en el capítulo 2 de la recientemente aprobada Ley de alcance Nacional, fue incluida la propuesta  de la Estrategia Nacional de Sustentabilidad en las Universidades Argentinas que tiene como objetivo, promover la gestión en las universidades públicas y privadas de todo el territorio Nacional, a los fines de que dichas instituciones tengan herramientas para decidir incorporar la dimensión ambiental en todos los ámbitos que hacen a la vida universitaria, desde lo curricular a la gestión edilicia, la extensión y la investigación, con miras a la construcción de una cultura ambiental universitaria.

El trabajo de la UBA y su compromiso en este sentido no es nuevo, comprende varias aristas y abarca a todas las facultades y ámbitos universitarios, comenzando con el programa UBA Verde, que funciona desde el año 2013 y cada año suma más iniciativas y actividades comprometidas con el tratamiento de residuos, el reciclaje y toda actividad que implique la formación ambiental para una universidad más sustentable.

Para finalizar, Alejandra Reich adelanta: “Estamos trabajando, junto a otros programas de UBA interesados en problemáticas ambientales, en un proyecto que evalúe el impacto que genera el funcionamiento de la Universidad en diferentes ejes; agua, energía, movilidad y residuos. El proyecto final promoverá acciones dirigidas a la reducción del impacto ambiental y al fortalecimiento de actitudes y hábitos que generen conciencia ambiental en la comunidad universitaria. La idea es seguir fomentando, como lo venimos haciendo desde UBA Verde, la participación de todos y todas los y las integrantes de la comunidad universitaria en sus distintas facultades, departamentos e institutos”.

La física se acerca a las empresas

Cuando se habla de física, la mayoría tiende a pensar en lo diminuto, los átomos, o en lo descomunal, los planetas y las estrellas. Pero la física no sólo es útil para estudiar y explicar la naturaleza, sino que puede aplicarse para resolver problemas que surgen en el ámbito de empresas que necesitan procesar gran cantidad de datos.

Es sorprendente que un banco o una empresa que hace asesoría en finanzas, contrate físicos entre sus empleados. Algo similar ocurre en empresas que usan grandes cantidades de datos para asesorar a otras empresas en la toma de decisiones, o con compañías que venden paquetes de turismo online, o que hacen logística. Sin embargo, estas empresas, suelen enfrentar problemas que para un físico son naturales y pueden resolver. Como ejemplo, cabe mencionar a Paola Rodriguez Imazio y Pablo Polosecki, egresados de la UBA, que trabajan en Servicio Meteorológico Nacional y en IBM, respectivamente.

Cerca del 50% de los físicos del país se forman en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, por eso el Departamento de Física decidió crear el espacio DF Innova, desde el que buscan, no sólo mantener un vínculo constante con graduados y graduadas, sino ayudar a crear y fortalecer el vínculo y mejorar las posibilidades en el ámbito privado empresarial.

Física en las empresas

“DF Innova es un espacio en el Departamento de Física que busca generar un diálogo más fluido con el sector productivo, y especialmente con empresas que en los últimos años comenzaron a contratar muchos graduados de nuestra carrera”, contó Pablo Mininni, que es profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, e investigador principal UBA/Conicet.

“Desde el crecimiento de la ciencia en Argentina a fines de los 50s, hay un deseo por transferir conocimiento y por tener empresas en el país que tengan departamentos de investigación y desarrollo que puedan tomar a nuestros graduados”, dijo Mininni.

Pablo Mininni en el laboratorio

“Siempre existió un grupo de empresas (siderúrgicas, petroleras, empresas que trabajan en óptica o materiales) e instituciones del Estado que tomaban físicos. Pero en los últimos años esto explotó con empresas que necesitan procesar gran cantidad de datos, que tiene otros problemas interesantes y desafiantes para los físicos, y que toman muchos recursos humanos”, agregó Mininni.

DF Innova busca hablar con estas empresas, contarles qué perfil tienen los graduados y graduados en física de la UBA, y conseguir que los departamentos de recursos humanos los busquen. Al mismo tiempo, entablar un diálogo entre la universidad y los y las graduadas para mantener el vínculo.  Para ello generan actividades y reuniones con empresas del sector de la llamada economía del conocimiento.

“La economía del conocimiento engloba actividades que para producir bienes o servicios requieren conocimiento tecnológico o científico específico”, explicó Mininni. “Esto incluye empresas que fabrican tecnología de punta como la industria satelital, pero también las que fabrican bienes menos tangibles como software, o que brindan servicios de logística, o de asesoría financiera”.

Estas empresas generan un porcentaje importante de las exportaciones en Argentina, y están en crecimiento, con muchas posibilidades en el presente y a futuro. Es un sector en el que la investigación juega un rol importante.

“Puede costar imaginarlo, pero para vender productos por internet, vender pasajes de avión en forma masiva, o para armar un servicio de delivery a nivel nacional, hay que procesar muchos datos, identificar tendencias, adelantarse. Y para eso el modelado de estos problemas es importante. Y ahí entran los físicos, junto con matemáticos, computadores científicos, y otras profesiones”, aclaró el físico.

El trabajo de un físico

“La formación de un físico empieza en el laboratorio, midiendo, curando datos, aprendiendo a identificar comportamientos, y generando modelos para esos datos”, explicó Mininni. “Eso permite que un físico trabaje en ámbitos que pueden parecer sorprendentes. Además del mundo de la investigación, tradicionalmente trabajan en la industria del petróleo, en física médica, óptica, en empresas que trabajan creando y comercializando nuevos materiales, en centrales nucleares, o en la industria satelital”.

“Pero la formación sobre cómo curar y modelar datos abre las puertas a otras áreas. Ámbitos que crecieron en los últimos años, y que además tienen problemas interesantes para los físicos. Por ejemplo, el sector financiero, especialmente en lo que se llama “quant” o análisis cuantitativo en finanzas, usa muchas herramientas de física para gestionar activos, evaluar riesgos en inversiones, fijar precios, o para hacer trading. Eso incluye el modelado estocástico y la mecánica estadística, algo que los físicos aprenden para entender cómo se comportan los gases. Son problemas divertidos para nuestros graduados”, comentó el físico.

Un físico en IBM

Un ejemplo de esto es Pablo Polosecki, doctor en física que trabaja en el gigante informático IBM. Estudió en la UBA, e hizo su licenciatura trabajando en neurociencia cognitiva. “Me gustó lo de las neurociencias y me fui a hacer el doctorado en Estados Unidos, en la Universidad de Rockefeller, en laboratorio que estudiaba el reconocimiento de rostros y la atención visual”, contó Polosecki.

“Así fue que durante mi doctorado comencé a familiarizarme con técnicas de machine learning, informática, y la combinación con su aplicación en neurociencias, un tema que me empezó a interesar cada vez más”, agregó el físico. “Entablé contacto con Guillermo Cecchi que es un científico argentino que trabaja en IBM, y me fui a hacer un posdoctorado en industria unos 3 años, y eventualmente me ofrecieron que me una como investigador permanente”.

Enseñando a la máquina o machine learning

“La transición de la academia a la industria fue bastante suave, en mi caso, porque la verdad es que siento que el trabajo que hago hoy en día se parece mucho al que haría alguien en un campo similar en la academia”, explicó Polosecki. “Tiene sus diferencias, por supuesto, porque el sistema de financiamiento es diferente. Otra diferencia, tal vez, es que uno suele pensar en resolver problemas que resulten prometedores para la industria. Las prioridades, de algún modo, se ven moderadas con esa visión”.

“En particular”, aclaró el científico, “yo estudio un conjunto de condiciones psiquiátricas y neurológicas como pueden ser psicosis, esquizofrenia, demencias, etc, e incluso dolor crónico de espalda. Mi trabajo es totalmente computacional, solemos analizar datos que nos proveen colaboradores o clientes. A partir de ellos hacemos modelos matemáticos predictivos de machine learning. Se relaciona con mi educación como físico porque el aparato conceptual que utilizamos, que van desde elementos de sistemas dinámicos, redes complejas y estadística, vienen de la física y que después también aprendí y desarrollé durante mi doctorado”.

Una física estudiando la atmósfera

El caso de Paola Rodriguez Imazio está más relacionado con la academia, ya que es investigadora de CONICET, pero con lugar de trabajo en el  Servicio Meteorológico Nacional. Desde su tesis de licenciatura, y también durante el doctorado, Paola trabajó estudiando el comportamiento de gases y aerosoles de la atmósfera, lo que se conoce como dinámica de escalares pasivos en flujos turbulentos, en física. Para ello tuvo un fuerte componente de programación en diversos lenguajes computacionales, y el uso de datos de simulaciones numéricas.

“Cuando termine mi doctorado me fui a trabajar en una instancia posdoctoral a la Ècole Normale Supèrieure de París”, contó la física. “En este caso, si bien el problema también lidiaba con la dinámica de flujos turbulentos, y también usando datos de simulaciones numéricas, se trataba de un problema más aplicado a la industria: el flujo turbulento y el desarrollo, no deseado, de inestabilidades dentro de una bomba electromagnética. Este tipo de dispositivos se utilizan como máquinas refrigerantes en la última generación de reactores nucleares, reactores ecológicos”.

“Esta instancia fue tan enriquecedora como mi doctorado. Trabajar en con un grupo diferente, tanto a nivel cultural, como temático, inmerso en un sistema científico también distinto al nuestro”, agregó Rodriguez Imazio. “Esto me brindó perspectiva, además de conocimientos científicos. A esta altura ya había gestado el concepto de que los científicos podemos hacer un montón de cosas interesantes, no sólo dentro de la academia, sino también en el ámbito privado y dentro del Estado. El entrenamiento sobre cómo armar modelos, analizar muchos datos, es ideal”.  

“Mi amor por los flujos turbulentos y mi entrenamiento en el modelado numérico de estos sistemas y en la computación de alta performance, me llevaron a considerar al Servicio Meteorológico Nacional como un lugar en el que podría desarrollar mi potencial como investigadora, aportando a problemas de aplicación directa. A principios del 2018 volví de Francia gracias a una beca de reinserción del CONICET, y con dos integrantes más en la familia”, relató Paola.

“Mis tareas están repartidas entre la investigación y las tareas operativas relacionadas con el supercómputo”, continuó la física. “Como investigadora, mi trabajo está relacionado con la dinámica de la atmósfera en la región antártica. En particular, el transporte y la difusión de gases traza, de gran interés en el contexto del cambio climático”.

Mi consejo para estudiantes”, cerró Pablo Polosecki, desde su experiencia “es que aprovechen el período de formación universitaria para aprender toda la matemática que puedan, porque cuando uno es más grande y está tratando de hacer trabajos más puntuales y concretos, casi que no hay tiempo para aprender más matemática. También que aprovechen la licenciatura y el doctorado para relacionarse con la mayor cantidad de colegas posibles, para buscar afinidades y que se abran nuevas oportunidades. Cuando uno hace eso de manera activa encuentra que hay un millón de formas de hacer algo muy interesante dentro de la industria”.

Recuperar y reimaginar

Cada año, desde 1977, el Consejo Internacional de Museos organiza el Día Internacional de los Museos con el objetivo de concientizar respecto al importante rol que los museos cumplen en el enriquecimiento de las culturas y el afianzamiento de la comprensión mutua, la colaboración y de la paz entre los pueblos.

El tema de este es “El futuro de los museos: recuperar y reimaginar“ mediante el cual se invita a los museos, a sus profesionales y a las comunidades a crear, imaginar y compartir nuevas prácticas de (co)creación de valor, nuevos modelos de trabajo para las instituciones culturales y soluciones innovadoras para los retos sociales, económicos y medioambientales del presente.

En este sentido, la pandemia de Covid-19 obligó a los Museos y a los profesionales que en ellos trabajan a enfrentar múltiples desafíos a fin de seguir conservando y difundiendo sus colecciones, interactuando con sus diferentes públicos, movilizando esfuerzos y capacidades.

Los Museos y el Covid -19

Andrea Pegoraro, Coordinadora General de la Red de Museos de la UBA, destaca que “Durante la pandemia fuimos muy conscientes del valor de nuestro patrimonio y la importancia de su conservación no solo para la comunidad universitaria sino la sociedad en su conjunto y por ello desarrollamos diferentes estrategias para mantenerlo en condiciones de conservación adecuada y difundirlo a través de las redes sociales. Además, con un equipo de profesionales de los museos de la Red, integrado por médicos, antropólogos y especialistas en restauración y conservación de acervos museográficos, desarrollamos un documento destinado, específicamente para los Museo de la UBA, atendiendo a la  conservación del patrimonio y la salud del personal de este tipo de instituciones, en virtud de los perjuicios que está causando la Pandemia Covid 19. Este Documento se complementa a las recomendaciones que realizó, al respecto, la Universidad y que está sujeto a las normativas de la Nación y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.

Es indudable que existe una vinculación entre los museos y sus visitantes y que constituye, casi, una relación que cuenta una historia plena de afectos. Al respecto, Pegoraro destaca que “todos los museos están abiertos al público general y sus colecciones están a disposición de las cátedras y sus estudiantes. Pero, además, cada museo tiene sus propios medios de difusión y redes sociales”. 

En el marco de la pandemia, la virtualidad potenció otras formas de interacción. Pegoraro destaca que “A nivel de la Red tenemos un sitio web propio, además de un Facebook, a través de las cuales difundimos las colecciones y actividades de cada museo, congresos y otras informaciones de relevancia para el personal de los museos”.

También, realizamos reuniones virtuales con los miembros de la Red, planteando nuevos proyectos. Entre ellos, Pegoraro está planificando, junto a la Prosecretaría de Asuntos Académicos, el desarrollo de un museo virtual. En la iniciativa están colaborando todos los Museos de la UBA aportando imágenes para ilustrar la enseñanza y la investigación de la Universidad desde su creación. 

Continuar abriendo puertas

Pese a la pandemia que afecta al mundo, la actividad de la Red de Museos no se detiene. En el marco de la inauguración el 10 de diciembre de 2020  de la Casa de los Premios Nobeles Latinoamericanos, en cuya planta baja se organizó un museo, dos de los museos de la Facultad de Medicina prestaron objetos para ilustrar la actividad científica de premios nobeles argentinos.

También, el personal de los Museos continuó presentando trabajos en revistas científicas, jornadas y congresos universitarios. Esta es una forma de mantener vivos los museos, visibilizar nuestro patrimonio y acciones que llevamos a cabo.

Pegoraro entusiasmada cuenta que “acabamos de abrir una serie de cursos propios de la Red, dictados por especialistas, que abarcan diferentes temáticas de museos y están destinados a la capacitación del personal de este tipo de instituciones, centros culturales e institutos que resguardan patrimonio. Las temáticas de los primeros cursos están vinculadas a la producción de guiones, cartelería y conservación.

“Además, ahora estamos concentrados en la producción de un video con motivo del Bicentenario de la UBA cuya grabación esperamos comenzar en el mes de junio”, agrega Pegoraro. 

Sobre la Red de Museos de la UBA

Pegoraro explica que la Red “está conformada por 22 museos de la Universidad de Buenos Aires con un patrimonio absolutamente heterogéneo referido a disciplinas totalmente disímiles. Poseemos una estructura funcional muy heterogénea, pero la Red nos permite una forma de trabajo integrada”.

“El patrimonio de la Red es muy importante y contiene objetos de distintos pueblos del mundo, tanto etnográficos como arqueológicos e históricos, instrumentos, láminas, indumentaria, maquetas, libros, material osteológico, piezas anatómicas, maquinaria, mobiliario, entre muchos otros tipos de objetos, todos ellos colecciones que han sido utilizadas para la investigación y la enseñanza de las ciencias”, agrega Pegoraro.

La Red de Museos de la UBA refleja más de 130 años de historia. El primer museo es el de Patología, cuya creación data de 1887 y luego se fueron creando el resto para finalmente llegar al Museo de la Forma en la FADU creado en 2019.

La Coordinadora General de la Red de Museos de la UBA destaca que “Somos una Red con un patrimonio histórico y cultural muy valioso. Tenemos un fuerte compromiso con la comunidad universitaria y la sociedad en general. Trabajamos con especialistas que se abocan a la conservación, documentación, difusión e investigación de nuestro patrimonio en concordancia con los pilares de nuestra universidad: la academia, la investigación y la extensión”.