Aprender a cuidarnos

El asma afecta a 4 millones de personas en Argentina. Ana María Putruele, jefa de la División Neumonología en Hospital de Clínicas, afirma que “el Covid no es más letal para los asmáticos que para quienes no lo son” y agrega que “el asma bien tratado no es un factor de riesgo”

En los últimos años,  el mundo modificó su ritmo y rutinas cotidianas por el gran impacto que ocasionó la pandemia de Covid-19. En estos tiempos de incertidumbre, la salud ocupa un lugar central dentro del espectro de nuestras preocupaciones.

La abrumadora cantidad de información, no muchas veces de fuentes confiables, disponible tanto en medios de comunicación como en redes sociales, generó mayores temores en relación a determinadas patologías crónicas y su vinculación con el coronavirus.

El asma afecta a 4 millones de personas en Argentina, lo que equivale al 9,5{e1fc1f61284d1d4b341817872d7f804ceb243d5c5dc4a498ed45e2a3e3b1df04} de la población. El grupo etáreo más alcanzado es el conformado por niños y adolescentes, aunque se ven casos en adultos que tienen antecedentes desde la niñez.

Derribando temores

Ana María Putruele, jefa de la División Neumonología en Hospital de Clínicas, afirma que “el Covid no es más letal para los asmáticos que para quienes no lo son: El asma bien tratado no es un factor de riesgo y esta afirmación ha sido evaluada por más de 60 trabajos certificados”.

¿Y entonces? ¿Qué deben tener en cuenta los asmáticos? Putruele explica que “es necesario hacer un buen interrogatorio, un exhaustivo examen físico, descartar otras patologías asociadas como el reflujo gástrico esofágico que pueden tener estos pacientes o patologías alérgicas y, en caso de urgencia, concurrir a la guardia. Es importante recordar que el asma puede desencadenar crisis que derive en algún caso de insuficiencia respiratoria”.

¿De qué hablamos cuando hablamos de asma?

Putruele nos cuenta que “el asma es una enfermedad bronquial crónica del aparato respiratorio que consiste en la presencia de una inflamación en los bronquios con aumento de las secreciones respiratorias. A su vez, los músculos que rodean los bronquios se van a contraer y se estrechan en su diámetro”.

“Esta inflamación bronquial causa, directa o indirectamente, la aparición de todas las manifestaciones clínicas de esta enfermedad que van a variar de acuerdo a la intensidad y la frecuencia”, agrega Putruele

¿Cuáles son esas manifestaciones clínicas?

Las sibilancias “que, explica Putruele, son como silbidos que se producen por el pasaje del aire por las vías áreas congestionadas” 

La disnea o la dificultad para respirar, que puede ser leve, moderada o grave

Además, los pacientes pueden tener la sensación de una presión precordial y con presencia de tos que puede ocurrir varias veces al día, una vez a la semana en general durante las actividades físicas o la noche.

Sobre el origen de estos cuadros, Putruele señala “que puede estar relacionado con diferentes factores como, por ejemplo, predisposición genética, antecedentes familiares, atopia (que es una respuesta alérgica ante ciertos estímulos), o, también, antecedentes de tabaquismo materno durante el embarazo.

Aprender a cuidarnos

Putruele advierte que “una cuestión muy importante es la exposición ambiental a la contaminación atmosférica o laboral por exposición a irritantes tanto químicos como físicos”.

La lista de los ítems a tener en cuenta es larga. Putruele los detalla: “la polución, el polen, las flores, las plantas, los ácaros, los perfumes, las mascotas, pueden desencadenar crisis asmáticas. También trabajar en aserraderos, laboratorios, en la industria alimenticia, en la industria farmacéutica, o manipulando harinas, barniz o esmaltes que contribuyen al asma laboral”.

“Además, los fármacos como la aspirina, algunos antihipertensivos, antibióticos, y alimentos como los lácteos, huevos, cerveza, mariscos, vinos, pueden producir, también, asma”, completa Putruele.

La atención hospitalaria en tiempos de pandemia

Putruele cuenta que “en el Clínicas atendemos a pacientes con asma, realizamos estudios de la función pulmonar y, debido a la pandemia, lo hacemos en forma virtual, con previa cita en neumoconsultorios@gmail.com donde debe indicarse los datos del paciente. Además, contamos con un consultorio de demanda espontánea, que funciona todos los días, en el horario de 13.00 a 15.00, y, también, atendemos en los consultorios externos del Hospital. Finalmente, existe un consultorio para enfermedades obstructivas como Asma y EPOC”.

En cuanto al tratamiento del asma, Putruele explica que “se siguen utilizando los broncodilatadores y esteroides, que son tópicos que no producen efectos colaterales con un buen uso”.

Clasificar células cancerosas con inteligencia artificial

Imagen del artículo publicado en Scientific Reports

Investigadoras e investigadores de la UBA desarrollaron un método para clasificar células cancerígenas de forma automática valiéndose de la inteligencia artificial. Este estudio aporta nuevas herramientas para diagnóstico y tratamiento en la lucha contra el cáncer de mama.

El cáncer de mama es uno de los más comunes entre las mujeres que, detectado a tiempo, puede tratarse de forma más eficiente, por lo que las herramientas de diagnóstico son vitales para prevenir este tipo de tumores malignos. Allí es donde puede ayudar, y mucho, la investigación de las científicas y científicos de la Universidad de Buenos Aires.

El estudio, recientemente publicado en la prestigiosa revista Scientific Reports, buscaba generar un método de diagnóstico automático que pudiese clasificar células de cáncer de mama en función de sus características. Lo lograron utilizando imágenes tomadas con microscopios y analizadas de forma automática mediante inteligencia artificial. Todo esto sin necesidad de múltiples muestras, lo que acelera y abarata el diagnóstico y el tratamiento.

En los últimos años, la técnica de los microscopios automáticos ha permitido estudiar células cancerígenas de forma sencilla y simple, sin necesidad de tomar gran cantidad de muestras. Las investigadoras e investigadores de la UBA han entrenado a un programa de computadora, mediante técnicas de inteligencia artificial, a que pueda diferenciar células cancerígenas entre sí a partir de fotos tomadas con los microscopios.

Clasificación automática

“En este proyecto nos concentramos en un problema puntual, que consiste en clasificar células de cáncer de mama como vivas o muertas basándonos en, lo que podríamos decir, es una foto de la célula”, dijo el especialista en computación gráfica Emanuel Iarussi, profesor de la UBA, quien formó parte del estudio.

“Esas fotos no son exactamente iguales a las que saca un celular, son fotos en blanco y negro que se obtienen a partir de un microscopio en una resolución bastante alta”, aclaró Iarussi, profesor adjunto del Departamento de Computación en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, e investigador del Conicet.

“El proceso comienza plantando células en unos dispositivos que tienen la capacidad de hacer circular un medio por entre las células, a través del cual vos las alimentás o les pasás alguna droga para probar terapias in vitro, sin necesidad de hacerlo en animales. Simultáneamente, tenés la capacidad de ir fotografiando esas células con un microscopio que se programa para tomar distintas capturas a intervalos regulares de tiempo”, explicó el experto.

Esa es la tarea que la médica e investigadora Gisela Pattarone estuvo realizando en la Universidad de Friburgo de Brisgovia de Alemania, como parte de una maestría que inició en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. Allí cultivó células de cáncer de mama a fin de probar el efecto de distintos tratamientos quimioterapéuticos. Esto le permitió coleccionar una base de datos enorme con fotografías de estas células.

Ahora bien, para poder saber si la terapia está siendo o no efectiva, es necesario conocer si las células del cultivo están muriendo. Para determinarlo, se disuelven en el medio de cultivo tinciones fluorescentes que, bajo una luz especial, revelan cuáles células han muerto. Algo similar a lo que pasa cuando se ilumina un ambiente con luz negra y resalta los colores fluorescentes.

Pattarone coleccionó una gran base de datos de imágenes en las que claramente se podía identificar si una célula había muerto o no. Allí fue cuando se puso en contacto con expertos en computación e inteligencia artificial de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, que incluye a Iarussi, y también a Luciana Ferrer, del Laboratorio de Inteligencia Artificial Aplicada de la UBA; a Laura Acion del Instituto de Cálculo de la UBA; y a Marian Simian, del Instituto de Nanosistemas de la Universidad Nacional de San Martín.

“Lo que se nos ocurrió”, contó Iarussi, “fue utilizar estos datos para entrenar un algoritmo automático que aprenda a hacer lo mismo que la tinción, pero sin ella. Es decir, que solo “mirando” la foto de la célula pueda reconocer si está viva o muerta. Por supuesto que no se nos ocurrió solo a nosotros, hay trabajos similares en microalgas, pero no pudimos dar con nada similar en cáncer, sobre todo por la falta de datos, algo que a Gisela le sobraba”.

Entrenando a la máquina

¿Cómo se le enseña a una computadora a identificar células cancerígenas? Lo primero es contar con una amplia base de datos que sirva de fuente, la cual obtuvo Pattarone mediante microscopio. Lo siguiente es entrenar a la máquina, crear un método de aprendizaje automático, lo que se suele llamar machine learning, necesario para que una inteligencia artificial pueda procesar datos.

“Evaluamos distintas arquitecturas de redes neuronales”, explicó Iarussi. “Estos modelos funcionan muy bien en imágenes, particularmente cuando contás con grandes cantidades de ellas. Por ejemplo, la cámara inteligente de tu celular que detecta si le sacás una foto a un perro o a un auto utiliza modelos similares a estos”.

“Lo que vimos”, continuó el experto, “es que fueron altamente capaces de clasificar las imágenes correctamente. La forma en que entrenamos estos algoritmos se conoce como entrenamiento supervisado. En pocas palabras, le mostrás sucesivamente imágenes etiquetadas con el resultado de clasificación esperado, y el algoritmo va ajustando su capacidad de respuesta para intentar acertar. Es clave ser muy cuidadosos en este proceso para disminuir el impacto de posibles sesgos, por eso fuimos muy rigurosos con la evaluación”.

Las aplicaciones para este método de identificación de células cancerígenas son múltiples, pero la principal es que puede reducir mucho el tiempo y los costos de la investigación, del diagnóstico y de los tratamientos. “Un microscopio más inteligente podría decirte si tu terapia in vitro está funcionando o no, solo basándose en una clasificación automática de las células con cierto nivel de certeza”, explicó Iarussi. Esto permitiría a los especialistas poder aumentar o disminuir una droga durante un tratamiento, por ejemplo.

“Algo muy importante”, explicó la médica Gisela Pattarone, “es que esta técnica permitiría realizar mayor número de investigaciones in vitro con cultivos celulares, es decir, con células humanas cancerígenas en laboratorio y esto reduciría el impacto del uso de animales, aumentando la posibilidad de hacer mayor investigación en células humanas y con mayores ensayos farmacológicos preclínicos antes de que una nueva droga salga al mercado”.

El equipo de investigadores no sólo desarrolló una gran base de datos, y con ella un sistema de detección inteligente, sino que pusieron ambos a disposición de la comunidad científica internacional, a fin de agilizar la investigación a nivel mundial. “Es vital poder brindar a toda la comunidad científica la misma posibilidad que yo busqué desde que comencé la investigación, de disminuir el impacto del uso de animales de laboratorio y aumentar los estudios in vitro en células humanas”, contó Pattarone.

“Esto es muy útil para etapas pre clínicas del desarrollo de fármacos con el fin de disminuir la gran cantidad de efectos adversos que se observan en la población en general, como resultado de fármacos comercializados con poca base preclínica y clínica. Creo que al compartir los datos, el conocimiento y siendo totalmente transparentes se logra dar oportunidades de crear, idear e innovar en esta línea por un bien mayor de la salud de las personas y los animales”, concluyó la médica e investigadora de la UBA.

Defensoras de nuestra salud y del medioambiente

En el mundo hay, aproximadamente, 20.000 especies  de abejas, de las cuales alrededor de 1.100 están presentes en Argentina. Juan Pablo Torretta, profesor de la Facultad de Agronomía, afirma que las abejas “se encuentran críticamente afectadas por el cambio en el uso de la tierra, la introducción de especies exóticas y el abuso de agroquímicos” 

El 20 de mayo se celebra el Día Mundial de las Abejas que tiene por objetivo sensibilizar, a toda la población, acerca del papel esencial que las abejas y otros polinizadores desempeñan en el mantenimiento de nuestra salud y la del planeta.

Mientras los Estados Nacionales continúan enfrentándose a los efectos de la pandemia del Covid-19, el lema de este año será “Compromiso con las abejas: reconstruir mejor en beneficio de las abejas”.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) “algunos polinizadores como las abejas, las aves y los murciélagos inciden en el 35{e1fc1f61284d1d4b341817872d7f804ceb243d5c5dc4a498ed45e2a3e3b1df04} de la producción agrícola mundial, elevando la producción de 87 de los principales cultivos alimentarios del mundo, y de muchos medicamentos derivados de las plantas. El 75{e1fc1f61284d1d4b341817872d7f804ceb243d5c5dc4a498ed45e2a3e3b1df04} de los cultivos de todo el mundo que producen frutas o semillas para uso humano como alimento dependen, al menos en parte, de los polinizadores”.

Pero ¿De qué hablamos cuando decimos abejas? Juan Pablo Torretta, profesor adjunto de la Cátedra de Botánica General de la Facultad de Agronomía, dice que “cuando hablamos de abejas, instantáneamente, pensamos en la abeja doméstica y todos sus productos: la miel, el propóleo, la jalea real, entre otros. Incluso, nos remite al pensamiento romántico de una colmena con una sociedad bien establecida y un trabajo coordinado entre todos sus habitantes” 

Pero, sin embargo, las abejas son mucho más que la abeja de miel. Torretta específica que “en el mundo hay, aproximadamente, 20.000 especies  de abejas, de las cuales alrededor de 1.100 están presentes en Argentina”. 

¿Qué son estos insectos polinizadores? 

Torretta explica que “las abejas son un grupo de insectos himenópteros con un ciclo de vida muy particular que se caracteriza por la alimentación de sus larvas con granos de polen (a veces mezclado néctar, aceites flores, etc.),  por lo cual, las abejas son un grupo de avispas vegetarianas. Esta particularidad hace que las hembras nidificantes (o sus obreras) vayan reiteradas veces a las flores por el polen, así como por néctar y otros recursos, y sean consideradas el grupo de animales polinizadores más eficientes”. 

“Para poder colectar, transportar hacia el nido y manipular dentro del mismo al polen, las abejas hembras han sufrido notables modificaciones morfológicas en distintas partes de su cuerpo”, afirma Torretta.

También, en cuanto a su morfología y coloración las abejas son muy variables. Torretta cuenta que “las especies más chicas de abejas miden 3-4mm mientras que las mayores alcanzan 35-40 mm”. Y, respecto de sus colores, Torretta agrega que  “las hay verdes, azules, negras, rojas, con manchas amarillas o mechones de pelos llamativos, incluso algunas exhiben reflejos metalizados, o bien como la conocida abeja de miel”.

En cuanto al polen que utilizan para alimentar a las larvas, las abejas también exhiben variabilidad. Torretta aclara que “existen especies generalistas, es decir, que utilizan granos de polen de distintas especies vegetales. Las especies sociales, que tienen gran cantidad de cría en sus colmenas, son ejemplos de especies generalistas.  Hay también especies oligolécticas, es decir que utilizan granos de polen de algunas pocas especies (muchas veces emparentadas filogenéticamente) y en el otro extremo hay especies monolécticas, que restringen su dieta polínica al uso de solo una única especie de planta.

Solitarias, sociables y parásitas

La estructura social de las distintas especies de abejas es variable. Torretta aclara que “la mayoría de las especies de abejas son solitarias. Esto implica que una sola hembra construye y aprovisiona su nido que consta de celdillas construidas con diversos materiales (cera, hojas, pétalos de flores, resina, aceites florales y piedritas) en los cuales, la hembra pone un huevo y una carga polínica de la que se alimentará la cría. 

Pero, sin embargo, Torretta aclara que “otras especies de abejas son sociales con casos en los cuales dos o más hembras viven en el mismo nido y conforman una colonia. En estos casos, existen distintos niveles de socialidad: abejas primitivamente sociales con colonias temporales y abejas morfológicamente similares, y abejas eusociales con colonias perennes, con diferencias morfológicas entre reina y obreras y alta dependencia entre castas, como la abeja melífera”. 

Además, existen, cuenta Torretta !especies parásitas que no construyen nidos, pero como requieren polen para que el desarrollo de sus crías, atacan nidos de otras especies de abejas. La mayoría de estas especies atacan nidos de especies solitarias y cómo consumen el polen colectado por la abeja huésped se las llama cleptoparásitas (que roban el alimento). Además, hay especies parásitas sociales que atacan nidos de especies sociales”.

La importancia de conservarlas

Torretta cuenta que “las abejas son las responsables de la polinización de la mayoría de las especies de plantas con flores (Angiospermas) y muchos de nuestros alimentos son producidos por las abejas”. 

“En el mundo, se manejan comercialmente un puñado de abejas (las más conocidas son la abeja melífera, Megachile rotundata, una especie asiática que poliniza la alfalfa, pero hay algunas especies de abejorros, de abejas carpinteras); sin embargo, el servicio ecosistémico ofrecido por las abejas silvestres es también muy importante”, agrega Torretta. 

El profesor de la Facultad de Agronomía sostiene que “actualmente, se sabe que para algunos cultivos la eficiencia de polinización de las especies silvestres es mayor que la de algunas especies manejadas, y que la presencia de abejas silvestres y manejadas pueden generar interacciones sinérgicas”. 

“Además, agrega Torretta, dejando un poco de lado nuestra mirada antropocéntrica, las comunidades de plantas silvestres se ven favorecidas en ecosistemas con diversidad de polinizadores. Actualmente, las abejas silvestres y manejadas (así como otras especies de animales y plantas) se encuentran críticamente afectadas por el cambio en el uso de la tierra, incluyendo la pérdida y la fragmentación del hábitat, la introducción de especies exóticas, y el uso (y abuso) de agroquímicos (pesticidas y/o herbicidas)”. 

“Estamos en un momento bisagra en el cual debemos repensar cómo producir alimentos y otros recursos, a partir de un manejo amigable con el medio ambiente y todos sus participantes”, advierte Torretta.

Conociendo a los grandes desconocidos

El 20 de mayo se celebra el Día Internacional del Ensayo Clínico. Christian Höcht, profesor de de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, afirma que “es una oportunidad ideal para tomar conciencia de la importancia y el valor que representan los ensayos clínicos en la obtención de medicamentos y vacunas capaces de mejorar la calidad y expectativa de vida”

Todos los años, el 20 de mayo se celebra el Día Internacional del Ensayo Clínico en conmemoración de la fecha en la que James Lind inició el que es considerado como el primer ensayo clínico de la historia. 

Específicamente, recuerda Christian Höcht, profesor de la Cátedra de Farmacología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, “el 20 de mayo de 1747, Lind dividió a 12 marineros a bordo del barco Salisbury que padecían escorbuto –una enfermedad ocasionada por déficit de vitamina C- en seis parejas y cada una de ellas recibió un suplemento diferente: sidra, elixir vitriólico, vinagre, agua de mar, dos naranjas y un limón, o una mezcla purgante. Solo los marineros que tomaron las frutas cítricas mejoraron, transformándose en una evidencia objetiva y racional para explicar y tratar el escorbuto en alta mar”. 

A partir de esta fecha, analiza Höcht, “la historia moderna de los ensayos clínicos se vio enriquecida por una sucesión de hitos, entre los que se destaca la aparición del concepto del placebo en 1800, el primer ensayo clínico controlado doble ciego que evaluó la patulina para el resfriado común en 1943 y la evolución del marco ético y regulatorio con la declaración de Helsinki en el año 1964”. 

“Asimismo, desde el estudio fundacional realizado en 1747, los ensayos clínicos han evolucionado hacia un procedimiento estandarizado centrado en la evaluación científica de la eficacia de los tratamientos y en la protección de la seguridad del paciente. Las estadísticas del sitio de registro de estudios clínicos clinicaltrials.gov, que tuvo su inicio en el año 2000 con el registro de 1.255 ensayos clínicos, dan cuenta del crecimiento exponencial de estos estudios a un número de 36.741 en el año 2020”, afirma Höcht. 

Conociendo al desconocido

El año pasado, a partir de la cobertura mediática de la pandemia COVID-19, la población general se ha interiorizado acerca de los ensayos clínicos a los cuales son sometidos los medicamentos y las vacunas para recibir su aprobación en el tratamiento o la prevención de la infección por SARS-CoV-2. 

“Así, pudimos comprender, analiza Höcht,  que el desarrollo de un nuevo tratamiento requiere de diferentes etapas -ensayos clínicos de fase I, II, III y IV- que no pueden ser suprimidas en pos de asegurar la obtención de un medicamento o vacuna eficaz y segura”. 

Höcht detalla que “el ensayo clínico de fase I está enfocado en evaluar, por primera vez, la seguridad de nuevos medicamentos o vacunas generalmente en voluntarios sanos y tiene la finalidad de establecer la mejor forma de administrarlos. Por su parte, el ensayo clínico de fase II representa la primera exposición de pacientes al medicamento bajo desarrollo y busca determinar, de manera preliminar, su eficacia y seguridad. Finalmente, si el medicamento bajo desarrollo demostró un preliminar adecuado en el estudio de fase II, por lo general debe superar con éxito una etapa adicional a través de un estudio pivotal de fase III de diseño aleatorio y doble ciego que compara la seguridad y eficacia del nuevo medicamento con el tratamiento estándar actual o, menos frecuentemente, frente al placebo. Los estudios de fase III, a diferencia de los ensayos clínicos de las fases preliminares, suelen incluir un gran número de participantes durante un período de evaluación más largo y son realizados en centros médicos de varios países”. 

“Un aspecto importante de mencionar en la era moderna de los ensayos clínicos es la mayor transparencia de los ensayos clínicos a partir de su registro en portales de internet de acceso gratuito, la inclusión de un comité independiente de monitoreo de datos y la publicación de los resultados en revistas científicas especializadas. Todo este proceso de desarrollo de un nuevo medicamento insume alrededor de 10 a 12 años, si bien en casos de necesidad extrema, como el desarrollo de medicamentos o vacunas contra SARS-CoV-2, es acortado para dar una respuesta rápida a la situación pandémica”, afirma Höcht.   

El profesor de la Facultad de Farmacia y Bioquímica explica que “El proceso de desarrollo y aprobación de un nuevo medicamento o vacuna concluye con la revisión de los resultados de los ensayos clínicos por las autoridades regulatorias, como la Food and Drug Administration (FDA) en el caso de Estados Unidos y la European Medicines Agency (EMA) en Europa”. 

Aunque esta estructura de ensayos clínicos es ampliamente aceptada en la comunidad científica para el desarrollo de nuevos medicamentos, Höcht afirma que “no se encuentra libre de importantes limitaciones, entre ellas la poca capacidad de detectar reacciones adversas poco frecuentes, la relativamente corta duración del estudio y la exclusión de poblaciones especiales de pacientes, en especial niños y ancianos. Atendiendo a estos defectos de la investigación clínica, una vez aprobados, los nuevos medicamentos continúan siendo evaluados durante su comercialización a través de la farmacovigilancia y los ensayos clínicos de fase IV con la finalidad de confirmar si los beneficios del tratamiento se mantienen en la población de pacientes de la vida real”. 

“Asimismo, la farmacovigilancia, que es ejercida por todos los integrantes del sistema de salud y por el propio paciente, permite detectar reacciones adversas raras que no fueron identificadas durante el proceso de desarrollo del nuevo medicamento”. 

Höcht concluye que “este día conmemorativo es ideal para tomar conciencia de la importancia y el valor que representan los ensayos clínicos en la obtención de medicamentos y vacunas capaces de mejorar la calidad y expectativa de vida”.

La UBA rinde homenaje a Alberto Boveris

Doctor Alberto Boveris

A un año de su fallecimiento, el Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular de la Facultad de Farmacia y Bioquímica llevará su nombre. Boveris fue decano de la Facultad, durante 16 años, vicerrector de la Universidad de Buenos Aires y presidente UBATEC en dos períodos.

La Facultad de Farmacia y Bioquímica propondrá, al Consejo Superior de la UBA, la nueva denominación del Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular (IBIMOL), como  “Instituto  de  Bioquímica  y  Medicina  Molecular,  Prof.  Alberto  Boveris”, quien falleciera hace un año.

La creación del Instituto fue la expresión intelectual, ética y pragmática de los valores personales de Boveris y de su idea de lo que debía ser el desarrollo científico y la excelencia académica. Fue justamente la valoración de la integridad científica que él transmitía lo que motivó a María Inés Vaccaro, actual directora del IBIMOL, a proponer este homenaje al profesor Boveris incorporando su nombre en la denominación del Instituto.

Alberto Boveris fue farmacéutico, bioquímico y Doctor de la Universidad de Buenos Aires. En el área científica, sus investigaciones en el campo de la bioquímica, biofísica y la medicina representan un invalorable aporte al conocimiento de los procesos donde participan los radicales libres del oxígeno y del nitrógeno, representado por más de 300 publicaciones en revistas científicas del más alto nivel. Estos estudios se aplican actualmente a la investigación sobre la etiología, progresión y tratamiento de enfermedades metabólicas, cardíacas y neurodegenerativas.

El Dr. Boveris tuvo una amplia trayectoria en gestión y política universitaria, desempeñando cargos como Secretario Académico. Posteriormente, fue Decano de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, durante 16 años y Vicerrector de la Universidad de Buenos Aires. Fue uno de los principales impulsores de la transferencia de Tecnología desde la universidad hacia el gobierno y la empresa, actividad que comenzó en el año 1986, siendo Secretario de Promoción Científica y Tecnológica de la UBA y que luego concretó con la constitución de UBATEC en el año 1991, de la cual fue presidente en dos oportunidades (1998-2003 y 2008-2012).

Alberto Boveris ha sido uno de los científicos argentinos con mayor número de publicaciones y de mayor volumen de citaciones en las publicaciones científicas de otros colegas en todo el mundo, motivo por el cual recibió el Premio Scopus en el año 2007

Sus contribuciones en el área científica representan un notable aporte al conocimiento. Fue pionero en el campo del estudio del estrés y daño oxidativo en la Argentina, y ha formado en este tema a numerosos investigadores que actualmente siguen el desarrollo de sus líneas de trabajo en la UBA y en otras instituciones,

El profesor Boveris fue, en 2017, distinguido como Personalidad Destacada en la Ciencia, la Tecnología y la Educación por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.

Mosquitos aquí y ahora

Los mosquitos, salvo que circule el virus del dengue y el Aedes Aegypti, son más molestos que peligrosos, por esta razón, cuando aparecen de manera abrupta y en grandes cantidades, surgen las alarmas y nos preguntamos sobre su especie, cómo se reproducen y cómo se pueden controlar.

El nombre científico de los mosquitos que aparecieron últimamente en la ciudad, es Aedes Albifasciatus. Tienen una distribución muy amplia en todo el cono sur de América Latina, desde San Pablo y Coroico, cerca de La Paz en Bolivia hasta Tierra del Fuego, en Argentina.

Las hembras de estos mosquitos ponen los huevos en la tierra, en las depresiones que cuando llueve, se hacen charcos. “Actualmente, como está lloviendo cada 15 o 20 días se mantiene la dinámica de la población, que justamente necesita lluvia cada tanto para hacer eclosionar los huevos. Eso es lo que mantiene la población de mosquitos” explica el especialista Nicolás Schweigmann.

“Se van renovando los ciclos, de todas maneras, a medida que se van renovando los depredadores que tienen desarrollos más lentos, los van a ir controlando y ese control se va a ir ejerciendo más eficientemente, así las super abundancias de mosquitos van a dejar de ser super abundantes” continúa Schweigmann.

Las libélulas o alguaciles son excelentes depredadores de mosquitos, pero tienen un desarrollo de entre 3 meses y dos años, a medida que van aumentando las libélulas van controlando la población de mosquitos, “siempre y cuando no se maten las libélulas con insecticida”, aclara el investigador.

El Aedes Albifasciatus es el mosquito más austral del planeta, soporta muy bien el frío y está mucho en zona típica de charcos. En las zonas rurales de Argentina, son muy abundantes. En sus investigaciones, Nicolás Schweigmann los ha capturado en grandes cantidades a 50 metros de glaciares en las Torres del Paine, en Chile, del otro lado del Calafate.

La prevención contra el dengue

En Buenos Aires y alrededores también solemos encontrar el Aedes aegypti, el mosquito transmisor del dengue. Como a toda epidemia, al virus del dengue se lo trabaja desde la prevención, algo que debe realizar cada persona desde su hogar, evitando que este mosquito se reproduzca.

El virus del dengue se transmite de una persona a la otra, cuando las pica, pero sería erróneo decir que es el mosquito el que esparce el virus por una ciudad, ya que, es raro que el Aedes aegypti se aleje más de 50 metros del lugar en el que nació. Incluso, “no suele cruzar la calle sino, que prefiere quedarse en la manzana”, contó Schweigmann.

Si bien el virus no está circulando ahora, estamos en tiempo de inter brote, hay que hacer una prevención profunda y mantenerlo durante el invierno. ¿Cómo? Eliminando los huevos remanentes que quedan pegados en las paredes de los recipientes con agua hirviendo, también cepillando las paredes de las rejillas donde se mantiene el agua, las que tienen sistema sifón y tirar agua hirviendo, dos veces durante el invierno.

El investigador, pretende que, como ciudadanos, cada uno pueda observar ambientalmente alrededor, junto con los vecinos, para detectar los lugares donde se junta agua en pequeños recipientes, cosa que vayamos cambiando culturalmente la forma de ver el mundo.

Continúa Nicolás Schweigmann: “Yo propongo que seamos observadores ambientales en nuestra vivienda, en nuestros lugares de trabajo, para ir generando un cambio cultural y que no haya recipientes con agua, con esto me refiero a los recipientes que tienen plantitas enraizando o hasta un cerco de cañas mal cortadas donde los entrenudos quedan abiertos y se llenan de agua”.

Otra cosa que hay que tener en claro es que la población de AE que surge en la primavera o en el período estival siguiente, depende de la cantidad de huevos que quedan remanentes y vivos durante el invierno, por eso es tan importante la prevención en esta época del año.

Bicentenario de la UBA: se lanza una convocatoria especial para fomentar la investigación entre estudiantes de grado

En el año del Bicentenario, la Universidad lanza un programa especial para el fomento de la investigación entre sus estudiantes de grado. Se trata de una convocatoria que otorgará 200 incentivos económicos a alumnos y alumnas de las 13 Facultades. Las y los postulantes deberán presentar proyectos orientados a pensar temas estratégicos para el desarrollo del país, dentro de cada área de conocimiento. La convocatoria estará abierta desde el 19 de abril hasta el 7 de mayo.

La UBA cumple 200 años formando futuro y lo celebra acompañando a la próxima generación de investigadores e investigadoras. La Universidad abre este programa para estudiantes de carreras de grado de hasta 30 años, que tengan entre el 50% y el 90% de las materias aprobadas (incluyendo el CBC), y presenten proyectos de investigación sobre nudos estratégicos para el desarrollo de la Argentina.

El estímulo para la investigación comenzará a regir a partir del 1 de septiembre de 2021 y se extenderá por doce meses. Quienes resulten seleccionados recibirán un estipendio mensual mientras dure el programa. 

“Con el lanzamiento de esta iniciativa, la UBA reafirma su compromiso histórico con la investigación y la ciencia. Queremos seguir consolidando una de las funciones fundamentales de la Universidad, que es formar investigadores”, señaló el rector de la Universidad de Buenos Aires, Alberto Barbieri.

¿Cómo participar?

Como en todos los proyectos, las y los postulantes deben contar con un director o directora de investigación que posea un cargo docente regular rentado, como lo establece el reglamento de Becas de Investigación de la UBA.

Junto al director o directora de la investigación, es necesario presentar el proyecto en la Unidad Académica en la cual el director o directora tenga su lugar de trabajo. La facultad se encargará de realizar la postulación a través del SIGEVA-UBA. Para más información, consultar la resolución de la convocatoria o escribir a becas@rec.uba.ar.

La convocatoria a este programa de estímulo a la investigación se inscribe en la celebración por el año del Bicentenario de la Universidad de Buenos Aires. Por los 200 años, la UBA tiene prevista una serie de acciones que incluyen una renovación integral de sus recursos digitales, la entrega de premios a personalidades destacadas de la Universidad, conferencias magistrales y actividades culturales, entre otras iniciativas.

Estatuto

El estatuto universitario es la base fundamental del funcionamiento de la Universidad de Buenos Aires. A 200 años de su fundación te contamos algunas partes del documento que nos motiva día a día. En estos micros podés escuchar los fragmentos que se destacan de nuestro estatuto. 

Locución y artística: Teresa Focaracio Marcón

Edición: Juan Pablo Gelemur, Jorge Gómez, Roy Kachani, Maximiliano Meza, Walter Rojas, Leandro Salas.

100 años de la radio

100 años, 10 décadas, una radio.

A los 100 años de la primera emisión, desde Radio UBA quisimos homenajear su historia y los momentos más importantes e icónicos. En estos micros recorremos por década la vida y obra de nuestra mejor compañera: la radio.

Producción: Candela Crevatini, Julieta Ianuzzi

Locución y artística: Teresa Focaracio Marcón

Edición: Juan Pablo Gelemur, Jorge Gómez, Roy Kachani, Maximiliano Meza, Walter Rojas, Leandro Salas.

Red de Hospitales de la Universidad de Buenos Aires

La Universidad de Buenos Aires tiene una red de hospitales universitarios y en Radio UBA queremos contar su historia y presente. En estos episodios podés conocer sobre los profesionales, sus especialidades, la atención a los pacientes y mucho más de cada uno de nuestros centros de salud.

Locución y artística: Teresa Focaracio Marcón

Edición: Juan Pablo Gelemur, Jorge Gómez, Roy Kachani, Maximiliano Meza, Walter Rojas, Leandro Salas.